por Jorge Rodriguez
La primera vez que vine a Cartagena tenia 15 años.
Era la época en que todos los colegios de Bogotá programaban su excursión en un típico plan de sol y playa. Cartagena San Andres 7 noches ocho. Fueron las primeras caídas en moto, la rumba en la escollera, la playa del Hilton, los apartamentos del conquistador y las aventuras nocturnas en XXXXXX. En ese momento, Bocagrande era el epicentro del turismo y el hotel mas alto tenia unos 12 pisos.
Nos aconsejaban no ir al centro y el tour panorámico nos mostró las murallas y algunos monumentos antes de la visita guiada a San Felipe. La ciudad vieja era territorio vedado, un sitio donde no había nada para el turista adolescente, solo casa viejas y gente pobre. para nosotros estaban la playa, las discotecas y los paseos en lancha.
Mucho ladrillo y dólares han corrido desde 1985 por la bahía de Cartagena. Primero vimos la decadencia de Bocagrande y El Laguito con el deterioro de las calles y los comercios y el desgaste de los hoteles de los 70 y la invasión de comidas rápidas y comercio callejero.
Comenzó a gentrificarse la ciudad amurallada con la inversión en grandes hoteles instalados en monasterios y claustros historio. Edificios emblemáticos que solo vieron su oportunidad en acceder al nuevo colonialismo multinacional de Sofitel y Accord entre otros. El beneficio no fue para los Cartageneros de la calle, sino para tres o cuatro familias y por supuesto como de costumbre para la inversión extranjera. Esa nueva forma de colonialismo que responde a la esperanza de la era post-colonial.
De alguna manera Cartagena recupero su centro histórico, con una inversión estatal que respondía mas al lobby de políticos y grandes empresas que a una conciencia del valor de lo propio y del patrimonio. No se si es afortunado o no, pero hoy el centro histórico es y no es interesante. Mas allá de las pretenciosas tiendas de marcas internacionales, un par de esculturas donadas, los edificios pintados por fuera y las boutiques de alguna hija de millonario o empresario paisa queda poco de la esencia y la cultura local en estas calles. Los habitantes convertidos en vendedores ambulantes de cuanta cosa se pueda pedir y un mercado negro de todo lo que no pague iva.
La ciudad amurallada abrir por completo sus puertas y su memoria a la gentrificación, con casas coloniales convertidas en restaurantes y hoteles boutiques donde no hay memoria de sus historia ni sus habitantes y calles que llevan nombres pintorescos que no evocan nada a nadie y que no se explican por si mismas. Bonito si, Nuestro ? No se.
Lo siguiente ha venido con el boom inmobiliario de los grande edificio de apartamentos, salvación de los burbujeros inmobiliarios españoles que después de la crisis económica de 2008 al ver su retomaron sus carabelas rumbo a la heroica para salvar sus deudas y diversificar los ingresos. Tal y como lo hicieron los bancos Españoles cuando Europa les exigió capital, Los constructores españoles volvieron a mirar hacia el dorado para salvar su pellejo. Por supuesto los recibimos encantados. Pero no solo fueron los españoles quienes han transformado el skyline de Bocagrande hay inversionistas del mundo entero del corte de Hyatt y otras cadenas hoteleras y de finca raíz. Hoy Cartagena se ve como una mezcla entre Miami, Panama y La Habana. Una mulata sofisticada, vestida de marcas y llena de pretendientes. Todo bien. hay bonanza económica, inversión y desarrollo. Pero para quien es el beneficio de todo esto?
En mis mas recientes vacaciones, me busque un hotel pequeño en Getsemani, una zona popular tradicionalmente relegada a sectores populares , con problemas sociales, un poco de prostitución en las calles, pero que en los últimos cinco años ha ido desarrollando una vida nocturna y una oferta gastronómica que atrae a los turistas menos conservadores y a los mas jóvenes con bajo presupuesto. En esta oportunidad pude ver claramente el cambio en Getsemani.
Vivir en Barcelona por mas de diez años me ha ayudado a construir un catalogo de tipologías de turistas muy variado y especifico y en Getsemani lo he podido revisar totalmente. Gringos y Europeos entre 28 y 30 años ¨hangigng around´en las calles con una cerveza águila de litro en la mano, hospedándose en hostiles improvisados en algunas de las casas del barrio o en pequeños hoteles propiedad de Franceses, Canadienses, gringos o Bogotanos que han comprado por inversión y que aburridos de ir a la finca ahora tienen una nueva opción en Getsemani.
Vi también el esfuerzo por la gente del barrio en abrir negocios para aprovechar el boom de visitantes rubios en busca del sol y la paz interior. Pequeños restaurantes con carencias de higiene, decoración y marketing. Improvisados puestos de helado, con letreros hechos a mano instalados en el portal de una casona, puestos de apetitosa comida callejera autóctona que solo atraen a los mas arriesgados o a los mas inocentes y que entregan la venganza de Monctezuma en cada mazorca desgrana, no intencionalmente sino por una desinformación que o hace parte de la receta. Vi también el talento de bailarines, cantantes, malabaristas e instructores de zumba entreteniendo a los turistas mas senior que se sientan en las terrazas de dos o tres locales con mejor infraestructura, esperando recoger algunos miles para el fin de semana o quien sabe, ser descubiertos por un anónimo mecenas que huye de las grandes industrias culturales.
Lo cierto es que no vi por parte de ninguna organización publica, privada o comunitaria herramientas que le ayuden a gente del barrio a asimilar este cambio y las oportunidades que la gentrificación les podría llegar a ofrecer. No vi programas de emprendimiento ayudando a la señora de la hospedería, no vi al sena entrenando en gastronomía, no vi a la cámara de comercio ayudando a los tenderos a mejorar su oferta ni al alcaldía dando soporte a los vendedores informales para que capitalicen mejorando sus puestos y su oferta a los gringos. No vi ni por un momento innovación social a ninguna escala.
No vi la contraoferta cultural autentica, que la gente del barrio intenta pero que por falta de herramientas conocimiento y método no alcanza a consolidar.
Me daban ganas de quedarme un semestre, comenzar un programa de emprendimiento comunitario y ayudar a la señora del café internet, a la de la tienda, a don José ignacio el de la cigarrera y a la improvisada paletea a consolidar una oferta solida que los ayude a el helado de Kola Roman con Lechera no desaparezca ante Nestlé y a hospedar dignamente a turistas que pagarán un precio justo y ayudarán a doña Helena convertir su casa en un hostel super trendy pero autentico, donde se desayuna arepeguevo y que le permitirá a ella pagar la educación de sus nietos para que su hija ya no limpie apartamentos de turistas y se dedique a mantener y reforzar la esencia de Getsemani, su comunidad y su cultura a través de su negocio.
Si el hostal, la tienda, la cigarrería y el restaurante y otros pequeños negocios pueden consolidar su oferta con productos y servicios autóctonos y sensibilizan al turista y no se convierten en otro Hyatt, McDonalds o 7/11 la gentrificación tendrá un sentido al actualizar la cultura local y conectarla con las culturas globales en una participación menos desventajosa y en un beneficio para quien crean cultura: las comunidades.
La primera vez que vine a Cartagena tenia 15 años.
Era la época en que todos los colegios de Bogotá programaban su excursión en un típico plan de sol y playa. Cartagena San Andres 7 noches ocho. Fueron las primeras caídas en moto, la rumba en la escollera, la playa del Hilton, los apartamentos del conquistador y las aventuras nocturnas en XXXXXX. En ese momento, Bocagrande era el epicentro del turismo y el hotel mas alto tenia unos 12 pisos.
Nos aconsejaban no ir al centro y el tour panorámico nos mostró las murallas y algunos monumentos antes de la visita guiada a San Felipe. La ciudad vieja era territorio vedado, un sitio donde no había nada para el turista adolescente, solo casa viejas y gente pobre. para nosotros estaban la playa, las discotecas y los paseos en lancha.
Mucho ladrillo y dólares han corrido desde 1985 por la bahía de Cartagena. Primero vimos la decadencia de Bocagrande y El Laguito con el deterioro de las calles y los comercios y el desgaste de los hoteles de los 70 y la invasión de comidas rápidas y comercio callejero.
Comenzó a gentrificarse la ciudad amurallada con la inversión en grandes hoteles instalados en monasterios y claustros historio. Edificios emblemáticos que solo vieron su oportunidad en acceder al nuevo colonialismo multinacional de Sofitel y Accord entre otros. El beneficio no fue para los Cartageneros de la calle, sino para tres o cuatro familias y por supuesto como de costumbre para la inversión extranjera. Esa nueva forma de colonialismo que responde a la esperanza de la era post-colonial.
De alguna manera Cartagena recupero su centro histórico, con una inversión estatal que respondía mas al lobby de políticos y grandes empresas que a una conciencia del valor de lo propio y del patrimonio. No se si es afortunado o no, pero hoy el centro histórico es y no es interesante. Mas allá de las pretenciosas tiendas de marcas internacionales, un par de esculturas donadas, los edificios pintados por fuera y las boutiques de alguna hija de millonario o empresario paisa queda poco de la esencia y la cultura local en estas calles. Los habitantes convertidos en vendedores ambulantes de cuanta cosa se pueda pedir y un mercado negro de todo lo que no pague iva.
La ciudad amurallada abrir por completo sus puertas y su memoria a la gentrificación, con casas coloniales convertidas en restaurantes y hoteles boutiques donde no hay memoria de sus historia ni sus habitantes y calles que llevan nombres pintorescos que no evocan nada a nadie y que no se explican por si mismas. Bonito si, Nuestro ? No se.
Lo siguiente ha venido con el boom inmobiliario de los grande edificio de apartamentos, salvación de los burbujeros inmobiliarios españoles que después de la crisis económica de 2008 al ver su retomaron sus carabelas rumbo a la heroica para salvar sus deudas y diversificar los ingresos. Tal y como lo hicieron los bancos Españoles cuando Europa les exigió capital, Los constructores españoles volvieron a mirar hacia el dorado para salvar su pellejo. Por supuesto los recibimos encantados. Pero no solo fueron los españoles quienes han transformado el skyline de Bocagrande hay inversionistas del mundo entero del corte de Hyatt y otras cadenas hoteleras y de finca raíz. Hoy Cartagena se ve como una mezcla entre Miami, Panama y La Habana. Una mulata sofisticada, vestida de marcas y llena de pretendientes. Todo bien. hay bonanza económica, inversión y desarrollo. Pero para quien es el beneficio de todo esto?
En mis mas recientes vacaciones, me busque un hotel pequeño en Getsemani, una zona popular tradicionalmente relegada a sectores populares , con problemas sociales, un poco de prostitución en las calles, pero que en los últimos cinco años ha ido desarrollando una vida nocturna y una oferta gastronómica que atrae a los turistas menos conservadores y a los mas jóvenes con bajo presupuesto. En esta oportunidad pude ver claramente el cambio en Getsemani.
Vivir en Barcelona por mas de diez años me ha ayudado a construir un catalogo de tipologías de turistas muy variado y especifico y en Getsemani lo he podido revisar totalmente. Gringos y Europeos entre 28 y 30 años ¨hangigng around´en las calles con una cerveza águila de litro en la mano, hospedándose en hostiles improvisados en algunas de las casas del barrio o en pequeños hoteles propiedad de Franceses, Canadienses, gringos o Bogotanos que han comprado por inversión y que aburridos de ir a la finca ahora tienen una nueva opción en Getsemani.
Vi también el esfuerzo por la gente del barrio en abrir negocios para aprovechar el boom de visitantes rubios en busca del sol y la paz interior. Pequeños restaurantes con carencias de higiene, decoración y marketing. Improvisados puestos de helado, con letreros hechos a mano instalados en el portal de una casona, puestos de apetitosa comida callejera autóctona que solo atraen a los mas arriesgados o a los mas inocentes y que entregan la venganza de Monctezuma en cada mazorca desgrana, no intencionalmente sino por una desinformación que o hace parte de la receta. Vi también el talento de bailarines, cantantes, malabaristas e instructores de zumba entreteniendo a los turistas mas senior que se sientan en las terrazas de dos o tres locales con mejor infraestructura, esperando recoger algunos miles para el fin de semana o quien sabe, ser descubiertos por un anónimo mecenas que huye de las grandes industrias culturales.
Lo cierto es que no vi por parte de ninguna organización publica, privada o comunitaria herramientas que le ayuden a gente del barrio a asimilar este cambio y las oportunidades que la gentrificación les podría llegar a ofrecer. No vi programas de emprendimiento ayudando a la señora de la hospedería, no vi al sena entrenando en gastronomía, no vi a la cámara de comercio ayudando a los tenderos a mejorar su oferta ni al alcaldía dando soporte a los vendedores informales para que capitalicen mejorando sus puestos y su oferta a los gringos. No vi ni por un momento innovación social a ninguna escala.
No vi la contraoferta cultural autentica, que la gente del barrio intenta pero que por falta de herramientas conocimiento y método no alcanza a consolidar.
Me daban ganas de quedarme un semestre, comenzar un programa de emprendimiento comunitario y ayudar a la señora del café internet, a la de la tienda, a don José ignacio el de la cigarrera y a la improvisada paletea a consolidar una oferta solida que los ayude a el helado de Kola Roman con Lechera no desaparezca ante Nestlé y a hospedar dignamente a turistas que pagarán un precio justo y ayudarán a doña Helena convertir su casa en un hostel super trendy pero autentico, donde se desayuna arepeguevo y que le permitirá a ella pagar la educación de sus nietos para que su hija ya no limpie apartamentos de turistas y se dedique a mantener y reforzar la esencia de Getsemani, su comunidad y su cultura a través de su negocio.
Si el hostal, la tienda, la cigarrería y el restaurante y otros pequeños negocios pueden consolidar su oferta con productos y servicios autóctonos y sensibilizan al turista y no se convierten en otro Hyatt, McDonalds o 7/11 la gentrificación tendrá un sentido al actualizar la cultura local y conectarla con las culturas globales en una participación menos desventajosa y en un beneficio para quien crean cultura: las comunidades.