Confía” nace del impulso más humano y, al mismo tiempo, más divino: la necesidad de soltar el control y entregarse al misterio que sostiene cada paso.
Esta obra respira calma, apertura y una especie de rendición luminosa, no desde la derrota, sino desde la certeza de que hay una fuerza mayor guiando el camino. El trazo suave y los colores fluidos sugieren un movimiento interno: ese momento en el que el corazón deja de resistirse, se ablanda y permite que la vida fluya como debe fluir. Es una pieza que susurra: “No estás solo. No tienes que entenderlo todo. Solo respira… Y continúa. ” “Confía” no busca convencer, sino acompañar. Es un recordatorio visual de que la fe —en uno mismo, en la vida, en Dios, en el propósito— empieza cuando dejamos de mirar el miedo y comenzamos a mirar la posibilidad. Es un gesto de esperanza hecho pintura, un refugio para quien observa y un espacio sagrado donde el espíritu descansa
Confía
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